El objetivo de este breve comentario es abordar las inquietudes que hay sobre cuáles serán las implicancias prácticas para los contribuyentes de la disolución de la hasta ahora denominada Administración Federal de Ingresos Públicos (“AFIP”) y, a partir de hoy, Agencia de Recaudación y Control Aduanero (“ARCA”).
Es que en el día de hoy se publicó el Decreto 953/2024 que concretó lo que había sido anunciado por diferentes funcionarios públicos en días anteriores qué es la disolución de la AFIP y la creación de la ARCA.
Por supuesto corresponde ser cauto dado que en próximos días se verá como todo este cambio se implementa. Pero sin dudas corresponde decir que en lo publicado hoy hay pocas novedades: la ARCA es por el decreto de su creación continuadora jurídica de la AFIP, y receptora del patrimonio, personal, derechos y obligaciones que tenía la AFIP. Además tendría sustancialmente las mismas potestades y facultades.
Con ello habría que decir que -a priori- más allá de los anuncios con cierto aire refundacional lo concretado hasta ahora es el inicio de un proceso que habilitaría la reestructuración del organismo, tanto en estructuras como personal, pero no se advierten mayores cambios en lo que tiene que ver con el poder de fiscalización o facultades de control sobre los contribuyentes.
Es conocido que el organismo venía atravesando problemas operativos que justificaban un abordaje distinto del que se venía teniendo. Desde gestiones que no se resolvían o demoraban mucho, hasta una página web que -con continuos cortes en la operación- dificultaban el trabajo por parte de profesionales y contribuyentes, haciéndoles perder mucho tiempo y afectando en ultima inistancia el cumplimiento. También creo que el nuevo organismo encontrará importantes oportunidades de mejora en materia de transparencia y lucha contra la corrupción qué es otro de los aspectos respecto de los cuales contribuyentes y profesionales venían reclamando.
En conclusión, pocas novedades de lo comunicado hasta ahora. Corresponde esperar para ver si este cambio implica una verdadera reestructuración con mejoras que sean palpables para contribuyentes y profesionales o si será un cambiar para que nada cambie. Apostamos por lo primero.
¿Tenés otras inquitudes? Escribinos.